martes, 10 de febrero de 2009

ENTRE RUSIA Y ESPAÑA

Aquí publicamos un artículo sobre Rusia y España escrito por nuestro Socio Ramón Lamas.



Como miembro de la Asociación cultural hispano-rusa Fiodor Dostoievski, en Tarragona, por un lado y por otro, como español interesado desde hace tiempo en todo lo que se refiere a Rusia, he constatado últimamente una corriente de acercamiento a España y a los españoles por parte de los rusos que viven en este país y de la propia legación diplomática de la Federación Rusa. Personalmente, este movimiento me parece enormemente positivo y enriquecedor para ambos países y para sus respectivos ciudadanos y digno de ser fomentado. Y encaja en lo que parece ser un movimiento estratégico de la diplomacia rusa para abrirse más el mundo entero y fortalecer las buenas relaciones con otros países con los que, por una u otra razón, se habían debilitado en los últimos años: hoy se ha sabido por los medios de comunicación que Rusia ha puesto sobre la mesa de negociaciones determinados asuntos (de contenido militar, energético y estratégico) buscando el acercamiento a USA y a Europa y la mejora de los lazos diplomáticos, politicos y sociales entre todos ellos Así que, con el ánimo de contribuir a fortalecer ese movimiento, me gustaría dirigirme a los rusos que residen en España para exponer lo siguiente:

. Pese a que siempre se ha dicho, no sé bien por qué, que entre Rusia y España, que entre los rusos y los españoles, existe una gran afinidad de carácter y una especie de sintonía temperamental, anímica e incluso intelectual, lo cierto es que Rusia es una absoluta desconocida en España. Para la gran mayoría de españoles, Rusia es poco más que un país muy grande, poblado de mujeres muy atractivas, hombres muy toscos que trabajan para la mafia y que beben si parar, (“como cosacos” es la expresión habitual), y que están controlados en todo momento por desagradables funcionarios del KGB. La mayoría de españoles, incluso algunos más cultos, cree que Ucrania es Rusia, que Siberia es una enorme extensión vacía junto a Finlandia o que Leningrado era la misma ciudad que Stalingrado. Y no entremos en temas históricos o políticos: por cada uno que sabe un poco de la contribución de la Unión Soviética a la victoria en la II Guerra Mundial, cien más están convencidos de que esa guerra la ganaron los norteamericanos y de que los soviéticos no hicieron otra cosa que estropear los magníficos camiones Studebaker que los yanquis pusieron a su disposición. Conocí a un profesor de historia que decía que la batalla de Stalingrado y los movimientos que supusieron el cerco del VI Ejército alemán, fueron planeados por un equipo de norteamericanos y británicos llegados expresamente a la ciudad para salvarla del ejército invasor. Y, más recientemente, resultó casi imposible encontrar un periodista o historiador que describiera con mínima objetividad los conflictos de Rusia con Georgia o el más reciente con Ucrania. A día de hoy, determinado diario de gran tirada, siempre se refiere a Putin como “el exmiembro del KGB” y, pese a que cuenta con dos enviados especiales permanentes, es casi imposible encontrar en sus páginas reportajes que describan la parte positiva de los cambios que se están dando en Rusia: si sólo se lee este diario, se sacará la impresión de que allí sólo hay revueltas, represión policial, mafiosos estúpidos y riquísimos y pobres víctimas del pasado soviético y de la burocracia actual. A ojos de muchos españoles, se salvan de Rusia Kalinka, las matrioshkas, el caviar y las mujeres pero todo lo demás en ese gran país, es un desastre.
A fuer de sincero, habré de decir que el conocimiento de España por parte de la mayoría de rusos no es tampoco muy profundo: un familiar próximo de mi mujer, rusa, se asombró de que ésta se casara con un español: “pero hija mía, con un negro…” Y cuando viajo por Rusia, constantemente me encuentro con personas que, alegremente, me dicen: “¿Español? Ah, qué bien, yo estuve en Milán y en Roma y hablo italiano…”.
Admitamos, pues, este mutuo desconocimiento y no nos sorprendamos y mucho menos nos irritemos cuando, al acercarnos los rusos a los españoles, los españoles a los rusos, aparezcan estas o parecidas ingenuas muestras de ignorancia o incomprensión que, sin duda, no implican la menor mala fe pero, por el contrario, refuerzan la necesidad de profundizar en el acercamiento entre unos y otros.

. El desconocimiento de Rusia en España tiene mucho que ver con los largos años de la dictadura de Franco ya que éste consideraba que Rusia –no sólo el comunismo soviético- era el paradigma de la maldad política y el gran enemigo a abatir en la lucha por un mundo mejor: igual que Hitler, en una palabra, pero, por suerte, no tan salvaje como el dictador nazi. Durante muchos años Rusia estuvo cerrada a cal y canto para los españoles y algunos, en serio, estaban convencidos de que los rusos tenían rabo y cuernos como el diablo. Y quienes no llegaban a estos extremos de ignorancia, guardaban muchas prevenciones contra la Unión Soviética y todo lo que procedía de ella. En esa época, el sólo hecho de mencionar la palabra Rusia en un bar, en el trabajo o en la universidad, podía suscitar el interés de la policía secreta y tener como consecuencia una invitación a declarar en comisaría. En 1973, dos compañeros de carrera y yo mismo, nos apuntamos en una academia en Madrid para aprender ruso. Por cierto, la profesora no era rusa sino alemana ya que no había rusos en España y, según explicaba ella, había aprendido ruso durante el bloqueo de Leningrado en el que participó como operadora de la Wehrmacht. Pues bien, al día siguiente, el director de la academia recibió la visita de la policía para interesarse por los tres estudiantes que querían saber ruso. Es evidente que esta situación política dejó huella en los españoles y, pese a los grandes cambios que se han operado en su mentalidad, algo ha quedado.
Pero es bien cierto que tampoco Rusia se ha preocupado demasiado de difundir su cultura, su literatura, sus avances científicos, etc. Por ejemplo, el cine ruso es casi totalmente desconocido en España.

. No puedo dejar de referirme a los prejuicios que, igual que en los de los españoles, anidan en el cerebro de algunos rusos que viven en España o viajan por ella. Yo he encontrado, entre infinidad de rusos inteligentes, amables y cordiales, más de uno cargado de prepotencia, de ideas preconcebidas y de aviesa disposición con respecto a España y los españoles: tienen a este país por muy poco civilizado, poblado de gente poco seria y nada trabajadora, que engaña en las compras, que se pasa todo el día al sol tocando la guitarra y esperando que abran la plaza de toros para asistir a la corrida. Obviamente, tampoco esto es España y a cualquier español normal le disgusta ser tenido por inculto, tonto o vago.

En fin, queda mucho camino hasta que estos dos países lleguen a relacionarse con fluidez y normalidad – aún es un tormento conseguir visados, tanto en Rusia como en España- para conocerse mejor. Hagamos lo posible por facilitar el intercambio de ideas y personas, seamos cordiales unos con otros y…eso sí, tomémoslo siempre todo con buen humor y por el lado positivo porque como decía nuestro gran poeta Anatonio Machado, “caminante no hay camino, se hace camino al andar”.


Ramón Lamas

1 comentario:

Xavi Barbeta dijo...

Estoy completamente de acuerdo con el artículo. Por fin alguien habla sobre Rusia con conocimiento de causa y con sensatez.Personalmente me molesta la intoxicación informativa que muestra a Rusia y a su pueblo como una sorte de mafiosos, corruptos y desgraciados que además quieren quitarnos el gas y apuntarnos con misiles.
He vivido en Rusia cinco años, estoy casado con una mujer rusa, tengo familia y amigos allí.Puedo decir que el pueblo ruso es muy acogedor, y que te abren su corazón cuando te conocen, si sabes adaptarte a su carácter, y a sus tempos, que son distintos a los de latinos.

Tambien es cierto que los rusos tienen una visión cultural del mundo poco "permeable". QUizás por muchos años de un sistema político muy cerrado que les hacía creer que lo suyo era lo mejor, si no lo único que existía en el mundo, la verdad es que esta pose de supremacía cultural puede ofender a quien se intenta acercar a ella. (Vaya por delante que soy un enamorado de la cultura rusa,que tiene una riqueza sin parangón en todos los campos ).
Siempre me ha sorprendido, además, cómo se comportan los rusos cuando se encuentran con otro ruso en el extranjero. Parece que se tengan miedo, se evitan, desconfían, en vez de alegrarse por encontrar a un paisano, e intentar ayudarle, o como mínimo comunicarse . Ésto es todavía más extraño teniendo en cuenta cómo añoran su "rodina", y como les corroe la "toská" ....
Esperemos que esta asociación contribuya, no sólo a promover el conocimiento mutuo de ambas culturas y pueblos, sino tambien a mejorar las relaciones entre los mismos rusos, y a los que, como nosotros, deseamos que nuesstros hijos conozcan,crezcan y se enriquezcan con ambas culturas.

XAVI BARBETA